A 150 años del asesinato a Justo José de Urquiza

Nota sobre la muerte de Justo José de Urquiza, primer presidente constitucional de la República Argentina. Publicado en el semanario Mirador Provincial del diario Clarín de Buenos Aires en abril de 2020.

Story about Justo Jose de Urquiza's death. He was the first constitutional president of Argentina. Published in Mirador Provincial weekly section inside Buenos Aires's Clarin in April 2020.


Foto: tapa del libro La muerte de Urquiza. Gentileza de Jorge Villanova.


Hoy, 11 de abril, es el sesquicentenario de la muerte del impulsor de la Constitución argentina. Justo José de Urquiza fue asesinado en su propia casa, el Palacio San José por un grupo comando que respondía a su antiguo ladero Ricardo López Jordán.

El 11 de abril de 1870 no es una fecha cualquiera. Hoy, 150 años atrás, era asesinado un hombre que dejó su sello en la historia de la República Argentina. No cualquiera es impulsor de una constitución nacional y su primer presidente tras la carta magna. Ese, entre otros logros, fue alcanzado por Justo José de Urquiza. Pese a ser totalmente ninguneado por la historia oficial albiceleste escrita a partir de la pluma del porteño Bartolomé Mitre, su influencia y sus acciones resultaron decisivas para la construcción de país. Fue impulsor de políticas que han influido en este centenario y medio desde su muerte, y que seguirán siendo influyentes en las décadas venideras.

Aquella tarde de abril, Urquiza encontró la muerte de una manera trágica. Para entender su deceso habría que analizar los años previos a su fallecimiento. Los motivos se iniciaron en 1861. Aquel año, en la batalla de Pavón, el general se retiró cuando tenía todas las de ganar frente a las tropas menos numerosas del unitario Mitre. Un acto que fue difícil de entender y decisivo en la historia argentina. A partir de allí, se retiró de la escena nacional y se quedó en su Entre Ríos. Su apoyo a la guerra del Paraguay (fue el jefe del batallón entrerriano) liderada por el militar porteño fue una afrenta para muchos de sus coterráneos. En especial, para Ricardo López Jordán (hijo), su seguidor en muchas contiendas.

A este encono se sumó el hecho de que López Jordán tenía intenciones de ser gobernador de su provincia. Algo que el propio Urquiza le negó en 1864 (al quedar relegado frente a José María Domínguez) y 1868 (cuando asumió el propio Justo José). Hacia abril de 1870, el padre de la constitución tenía ya 68 años y vivía holgadamente con su última mujer, Dolores Costa, y sus hijas mujeres en el Palacio San José.

Los móviles de su asesinato bien serían los de su subordinado en rebeldía o una suma de otros factores. El propio Juan Bautista Alberdi escribió en sus Escritos póstumos: “Los que han asesinado a Urquiza son los que han empleado quince años en asesinar su honor, su reputación, el respeto de su nombre. Cuando se han empleado quince años y fraguado mil escritos en persuadir al país que Urquiza es un monstruo, un tigre, un asesino, un ladrón, un tirano se ha dado indirectamente este aviso: ‘quien purgare al país de semejante hombre es un benemérito de la patria’”.

El asalto a la estancia
Los atacantes se reunieron aquel 11 de abril a las 2 de la tarde desde una estancia cercana, San Pedro. Llegaron sobre las 7 al gran casco de la estancia San José divididos en tres divisiones. Redujeron al personal que custodiaba el inmueble desde distintos flancos. El grupo líder ingresó por la parte de atrás y arribó al patio principal. Simón Luengo era el jefe. Junto a él, unas 10 personas entre los que se encontraba Nicomedes Coronel. Los forasteros ingresaron a la zona más íntima al grito de: “¡Abajo el tirano! ¡Viva el general López Jordán!”

Urquiza, al oír el tumulto, decidió tomar un arma. Ambrosio Luna, uno de los invasores, le asestó un disparó en la cara, a la izquierda, muy cerca del labio superior. Mal herido y refugiado en una habitación, recibió cinco puñaladas lanzadas por Coronel que le provocaron la muerte.

Recibió sepultura dos días después en Concepción del Uruguay tras el velorio en la casa de una de sus hijas. La viuda hizo de aquella pieza un santuario y colocó una placa recordatoria que se puede apreciar hoy en el Palacio San José. Dolores Costa siguió adelante con sus hijos y la carga pesada de heredar una fortuna impresionante como la de Urquiza.

López Jordán logró su cometido de ser gobernador de Entre Ríos, pero lo fue por poco tiempo. Asumió el 14 de abril de 1870 (tres días después del ataque al palacio) y fue derrocado por órdenes del presidente Domingo Faustino Sarmiento el 13 de marzo de 1871.

*Nota: algunos datos de este artículo fueron extraídos de la conferencia del doctor Juan José Cresto realizada en Concepción del Uruguay en abril de 1997. Agradecimiento a Jorge Villanova.

Sus aportes

Después de derrotar al porteño Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, el militar entrerriano allanó el camino para la redacción de la Constitución argentina. El texto se plasmó al año siguiente. Y en 1854, el mismo Urquiza fue elegido como presidente de la Confederación Argentina. Fue el primer mandatario constitucional en la historia de nuestro país.

Su aporte a la nación incluyó además el fomento de la inmigración europea, la industrialización y la creación de la red ferroviaria. La llegada de los trenes fue vital para el desarrollo de Argentina. El caudillo fue su primer mentor en la década del ’50 del siglo XIX. En 1863, su enemigo en Pavón, Mitre, comenzó como presidente con la construcción del primer tren interprovincial entre Rosario y la ciudad de Córdoba. Un camino que le daría un gran impulso a esa región. Se inauguró en mayo de 1870. Un mes después de su muerte. A la Cuna de la Bandera le dio status de ciudad y de puerto de ultramar en 1852.

Fomentó la creación de colonias agrícolas como forma de desarrollo de la región centro-este argentina. Colonia San José en Entre Ríos y Esperanza en Santa Fe fueron las pioneras de un movimiento que cambió el paisaje y la cultura de esa zona.

José Hernández, lapidario

El autor del Martín Fierro, José Hernández, luchó en Pavón bajo el mando de Justo José de Urquiza. Hernández abrazó las causas federales y criticó ferozmente al general cuando éste abandonó su ideario. Celebró la muerte del entrerriano en un escrito de octubre de 1870: “Urquiza era el gobernador tirano de la provincia de Entre Ríos pero era, más que todo, el jefe traidor del gran partido federal, y su muerte mil veces merecida, es una justicia tremenda”.

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