Jugar al rugby a 2.600 kilómetros del lugar de origen

Entrevista a Deborah Fretes, jugadora de rugby de Argentina. Publicado en el suplemento Mirador Provincial del diario Clarín de Buenos Aires en marzo de 2019.

Interview with Deborah Fretes. She is an Argentina national team rugby player. Published in Mirador Provincial inside Buenos Aires's Clarin in March 2019.

Foto: prensa COA.

El rugby de Alma Juniors disfruta de Deborah Fretes Hernández, jugadora santacruceña que integró el plantel femenino campeón en Rosario 2019. Venida desde una tierra tan lejana como Puerto Santa Cruz, considera al club albinegro su segunda casa. En Alma, hizo tu carrera hasta llegar a Las Pumas.

Deborah Fretes no es una más en Esperanza. No es esperancina, ni de un pueblo cercano, ni siquiera es nacida en la provincia. Deborah nació en Puerto Santa Cruz. Una localidad cercana al mar Argentino, a 2.600 kilómetros de la ciudad que fue la primera colonia agrícola de nuestro país. Puerto Santa Cruz es un pueblo en el distrito del mismo nombre, ubicado a 250 kilómetros al norte de Río Gallegos. Desde allí arribó esta jugadora del seleccionado argentino de rugby de playa. “A dos días queda de acá. En kilómetros no sé, pero queda muy lejos”, le comentó a Mirador Provincial en un descanso entre partido y partido en los Juegos Suramericanos de Playa Rosario 2019.

Llegó a la ciudad fundada por Aarón Castellanos a estudiar Veterinaria y allí conoció el rugby. “Y de ahí no falté más”, dijo. En Alma Juniors desarrolló su carrera que la llevó a ser seleccionada entre las mejores albicelestes. La santacruceña integró el equipo argentino campeón del certamen sudamericano que culminó el sábado 16 en el balneario La Florida. Las chicas locales derrotaron a las chilenas por 7-6 en la final.

Fretes no conoció el deporte de las H hasta llegar a Esperanza. En el club albinegro arrancó a jugar en 2012 con 19 años. “Siempre fue un deporte que me gustó y nunca me imaginé que había mujeres que lo jugaban. Y cuando me enteré, me dije: ‘Yo tengo que probar’”.

Del frío al calor
Las diferencias entre su localidad de origen y su residencia actual son muchas. Deborah pasó de la meseta patagónica al límite norte de la pampa húmeda. “Es bastante difícil, todavía no me acostumbro -aseguró la deportista-. Me molestan los mosquitos, la humedad, pero cuando me vine, me vine con mis papás y con mi hermana y yo creo que eso alivianó mucho el cambio”. Al principio, Deborah y su familia llegaron a la ciudad de Santa Fe. Allí la rugbier terminó la secundaria. La mudanza al oeste fue para capacitarse en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNL.

De su Puerto Santa Cruz no se olvida. Aseguró extrañar todos los días: “La gente, el lugar, el frío, el viento. Es un lugar muy lindo”. Afirmó que de Esperanza le gustan muchas cosas: “La ciudad es bastante tranquila y es un lugar donde las personas también te ayudan muchísimo. Aparte tengo el club que ya es como mi casa”.

Su pasión por el rugby la llevó a entrar en convocatorias nacionales y eso la obligó a posponer su carrera profesional. “Algún día me quiero recibir. Estoy en segundo año. Me atrasé muchísimo. Ahora con el tema de la selección me atraso, pero sigo en pie”, expresó. Gracias a su desempeño deportivo puede dedicarse por completo a entrenar al estar becada como deportista de alto rendimiento por el Estado nacional.

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