Tayavek Gallizzi, el jugador de la bandera

Entrevista a Tayavek Gallizzi, jugador de Quilmes MDP y de la Selección argentina de básquetbol. Publicado en el semanario Mirador Provincial del diario Clarín de Buenos Aires en septiembre de 2015. Material sin editar.

Interview with Tayavek Gallizzi, Mar del Plata's Quilmes and Argentina's national team basketball player. Published in Mirador Provincial weekly section inside Buenos Aires's Clarin. September 2015. Unedited material.




Le mostró al mundo la bandera de Santa Fe en los festejos argentinos. Fue uno de los cuatro santafesinos integrantes del seleccionado nacional de básquet que clasificó a Río 2016. Un combinado que volvió a tener una actuación descollante. Ejemplo de éxito y buena conducta. Es Tayavek Gallizzi, un deportista de 22 años nacido en la ciudad de Santa Fe, que ya consiguió sus primeros logros.


Fue la foto del viernes 11 y la del sábado 12 en los diarios de alcance nacional. La Selección argentina de básquetbol fue otra vez portada de los periódicos con otra hazaña. Una más desde 2002, cuando comenzaron los grandes resultados a través de la denominada Generación Dorada. Argentina le había ganado a México en su capital tras estar en desventaja gran parte de esa semifinal. Aquel 70-78 para los albicelestes le dio al equipo de Sergio Hernández el pasaje a Río de Janeiro 2016.

En el centro de los festejos, un jugador exhibió la bandera de la provincia invencible. La roja, blanca y celeste. La que representa al distrito y a los valores del federalismo en Santa Fe desde 1822. Fue Tayavek Gallizzi, santafesino de la capital provincial, formado en el club Macabi y hoy en Quilmes Mar del Plata, en la LNB. “Ya estábamos en el banco festejando y me llaman de atrás -le comenta Gallizzi a Mirador Provincial-. No vi bien quién era, pero era gente de Santa Fe y estaba con la bandera. La agarré y me puse a festejar con la bandera. Lamentablemente estaba prohibido, después me enteré de que no se podía. En un momento del festejo me la sacaron, pero después me la devolvieron. Poder estar esos minutos en la cancha es algo muy valorable. Lo sentí mucho. Me gustó mucho estar festejando y en la mano tener la bandera de mi provincia”. La insignia no pasó desapercibida y fue vista por millones de personas en todo el mundo. Finalmente, aquel pabellón tricolor quedó en poder de Tayavek. “La tengo en Mar del Plata”, confiesa.

El jugador de Quilmes estuvo acompañado por otros tres comprovincianos: el extraordinario Andrés Nocioni (nacido en Gálvez), Leonardo Mainoldi (de Cañada de Gómez) y Nicolás Brussino (también de Cañada). “Tuve el placer de conocerlo al ‘Coco’ Mainoldi, era mi compañero de habitación así que nos pudimos conocer, quedó una amistad. Con Brussino ya había compartido selecciones de más chico. El ‘Chapu’ es admirable. Me encanta tener estas oportunidades de verlo y de compartir días, entrenamientos, partidos”, expresa.

Pese a no ser la figura, para este pívot de 2,05 metros fue una gran experiencia. “Me sirvió todo. Compartir de nuevo entrenamientos con (Luis) Scola, con el ‘Chapu’, todo eso me sirvió mucho. Conocer a un nuevo entrenador como es el ‘Oveja’ Hernández que ganó todo. Aprender de su visión”, comenta.

Argentina mostró que está en condiciones de seguir entre los mejores seleccionados del planeta. Los jóvenes del plantel tuvieron una gran performance, con Facundo Campazzo y Patricio Garino a la cabeza. “El recambio es muy bueno. Y es muy valioso tenerlos a ellos dos (Nocioni y Scola). Está bueno que ellos marquen un nivel de entrenamiento, un nivel de juego, una identidad de Argentina y que eso nos contagie a los jóvenes”, dice el ex basquetbolista de Macabi.

Scola, ese porteño grandioso, fue su compañero en el Campeonato de las Américas de la FIBA. “Tanto en los partidos como en los entrenamientos él es el primero que trata de marcarte los errores y las cosas buenas que uno hace. Está bueno tenerlo a él, que esté con esas ganas de enseñar, estar encima de los pibes para corregir algo o transmitir todo lo que él sabe. Yo trato de aprender mucho de él”, afirma sobre el “Luifa”.



El recuadro triste de la inundación de 2003

Sabe en carne propia lo que fue la inundación de 2003 en la ciudad de Santa Fe. Tenía 10 años y vivía en el barrio Santa Rosa de Lima. Pese a ser un trance complicado, él lo cuenta: “Fue muy duro, ver cómo subía el agua. En poco tiempo el agua nos empezó a tapar. Es algo que te trauma bastante. Saber cómo íbamos perdiendo las cosas. Nosotros estábamos en el techo y de a poco veíamos cómo el agua iba avanzando. Iba tapando el techo y nos iba corriendo cada vez más a la punta más alta de la casa. Después pasaron las lanchas y nos pudieron sacar del techo. Mi mama se había quedado con mi hermana, y a mi hermano y a mí nos llevaron en una lancha. A mí me dejaron en el hospital de niños y ahí me perdí. Lo perdí de vista a mi hermano. Fue terrible porque no sabía qué había pasado con mi hermano. Qué había pasado con mi mamá, con mi hermana que estaban arriba del techo. Pasaron unos días y por suerte nos encontramos todos. La casa había quedado tapada completamente. El techo tiene cuatro metros y medio y el agua había llegado a cinco metros y medio. Después de mucho tiempo fue volver a la casa, encontrarse todo destruido, barro por todas partes. Perder todo y empezar de cero. Pero por suerte pudimos salir adelante”.



Entrenadores insistentes

Abandonó el básquet a los 13, pero por suerte retomó. “Dejé dos años en los que tanto Javier Martínez como el ‘Negro’ (Fernando) Esquivel que eran mis entrenadores, me llamaban todo el tiempo, me mandaban mensajes de que querían que vuelva. Yo tenía la decisión de dejarlo para siempre, pero tuve a esos dos entrenadores que me insistieron para que vuelva. Creo que ésa fue la mejor decisión que tomé”, afirma.

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