No te mueras nunca, Alfredo


Artículo a modo de homenaje a Alfredo Di Stéfano. Escrito en agosto de 2009.
Feature to honor Alfredo Di Stefano. Written on August 2009:

Madrid, España. Fines de 1998. Cursaba el máster del diario ABC. En una de mis salidas de la redacción para la cobertura de una noticia, me tocó conocerlo. Mi jefe de sección, Enrique Ortego, ya me había advertido “Hoy va a estar Alfredo”. El “Alfredo” sonó con acento porteño, no con su propio madrileño. Ese día lo pude conocer a don Alfredo.

Allí estaba. Con su físico no tan grande, tal cual se podría imaginar. Con sus canas. Lo saludé, le dije: “Mucho gusto. Yo soy argentino”. Ésa era toda mi carta de presentación. Era paisano de él. Me respondió: “Ah, mucha suerte pibe”. Y allí quedó el diálogo. A primera vista, no me había impresionado ni llamado la atención nada de ese señor que nunca había visto jugar y del que tenía muy pocas referencias.

Dos años después, viviendo en Buenos Aires, me compré el libro “Gracias vieja” que el gran Alfredo Di Stéfano, quién sino, escribió junto a mi jefe de aquella época en el ABC, Ortego, y Alfredo Relaño, director del diario As. Entre los tres desgranan con maestría la historia de este porteño genial que nos hizo y nos hace quedar bien a los argentinos en España y en el mundo.

Alfredo es un señor. Un ejemplo tanto dentro como fuera de la cancha. Un deportista que se destacó, pero que no se subió al barco de la vanidad y de la egolatría. Un grande con todas las letras. Tan grande fue en el campo de juego que ganó cinco copas de Europa consecutivas con el Real Madrid. Un hito que es casi imposible de igualar. Especialmente, en esta época de pases multimillonarios entre instituciones poderosas.

Alfredo nació en la capital de Argentina. Debutó en River Plate de Buenos Aires en 1945. Después pasó a Huracán de Buenos Aires para volver al conjunto millonario en 1947. Fue campeón del torneo de la AFA aquel año con el club de la banda. De allí, fue transferido al Millonarios de Bogotá y luego al Madrid. Su época dorada fue en el club blanco, donde formó un equipo legendario con Francisco Gento y Ferenc Puskas, entre otros. Aquél de las cinco orejonas consecutivas. Sus últimos años como futbolista los hizo con la camiseta del Español de Barcelona.

Alfredo está considerado uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. En el Olimpo del balompié junto a Johan Cruyff, Diego Maradona y Pelé, también está el hispano-argentino. El periodista porteño Enrique Macaya Márquez los vio a los cuatro grandes del siglo XX in situ. Y no tiene dudas. Elige a Alfredo.

Tras su retiro, Alfredo dirigió muchos equipos. Entre ellos, Boca Juniors de Buenos Aires, archirrival de River. Fue campeón como director técnico con los xeneizes en 1969. También orientó equipos en España, su patria adoptiva.

Alfredo nunca renegó de su argentinidad. Muy por el contrario. Adoptó al Martín Fierro como libro de cabecera y tuvo muy en cuenta sus versos. Como aquél que dice: “soy toro en mi rodeo, y torazo en rodeo ajeno”. Di Stéfano nunca perdió su acento. Porteño. Porteño como el tango, como la plaza de Mayo, como su River. Siempre fue auténtico.

Alfredo es desde hace unos años el presidente de honor del Real Madrid. Un cargo de etiqueta en una institución que lo idolatra, lo respeta y lo valora. En cada presentación de algún jugador, allí está Alfredo para entregarle la blanca. Aquella que él defendió con tanta pasión. Así pasó Zinedine Zidane, Ronaldo, David Beckham y más aquí en el tiempo, Cristiano Ronaldo, Kaká y Karim Benzema.

Con 82 años, a Alfredo le gustaría seguir jugando a su deporte de toda la vida. Aunque sabe que ya no puede. Su principal ocupación es ahora supervisar y aconsejar, como lo hacen los más antiguos en muchas culturas, las tareas de su Madrid.

En Argentina no se lo conoce y venera como en España. Seguramente el paso del tiempo y su residencia en la madre patria sean excusas para no hacerlo. Quizás le debamos un homenaje.

Gracias Alfredo por tu calidad humana. Gracias Alfredo por tu calidad deportiva. Gracias por dar una buena imagen como argentino. Gracias. Por eso, no te mueras nunca, Alfredo.

Foto de Presse Sports.

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